Ir al contenido principal

Quoniam sumus invicem membra: Resumen de las controversias editoriales en los orígenes de la Patrologia Orientalis y del Corpus Scriptorum Christianorum Orientalium.

Quoniam sumus invicem membra:
Resumen de las controversias editoriales
en los orígenes de la Patrologia Orientalis
y del Corpus Scriptorum Christianorum Orientalium.




Entre las varias controversias editoriales suscitadas a fines del siglo XIX y en los albores del s. XX, la curiosa y bien documentada disputa que enfrentó a Graffin, Nau y Evetts contra Chabot y Seybold merece un lugar especial, por tratarse de una lucha -en ocasiones virulenta- por hacerse con los derechos y finalmente con el prestigio de publicar oscuros manuscritos y reimprimir obras casi olvidadas, que serían las bases de la Patrologia Orientalis y del Corpus Scriptorum Christianorum Orientalium.
El prestigio académico actual que gozan dichas colecciones desvanece hasta el punto de diluirlo, el registro minucioso de los diferentes tropiezos, escollos, discusiones y querellas acaecidas en los inicios de ambos corpus. Y es precisamente la abundancia de citas y notas al pie la primera dificultad con la que tropezará el lector interesado en tales sucesos ya que esta abundancia de informaciones no supone facilidad alguna de hacerse con las fuentes exactas.
Y aunque sé que el resumen de esta controversia no añade ni quita nada a los grandes corpus en cuanto tales, también sé que resultará por lo menos interesante hacerse con una idea general de la empresa titánica que significó la fundación y establecimiento de ambos proyectos, pilares gigantes de los estudios patrísticos y patrológicos actuales.

Comentarios

Entradas populares de este blog

De oficios y beneficios. A Simitrio Quezada.

  De oficios y beneficios.   A Simitrio Quezada. Se dice que, actualmente, en España se publica un libro cada 6 minutos. La estadística especifica una cifra redonda: 290,000 libros con ISBN, por año. Citar la queja de Cicerón, lamentándose por la desobediencia de los hijos hacia sus padres y el volumen de libros escritos ya en sus días, resultaría vano. Más que escribir, redactar o hilar coherentemente un par de frases y tratar de armar un rosario con las diferentes partes que pueden conformar una oración, el hecho de escribir y publicar ha popularizado hasta el extremo la imagen misma del escritor, aunque el arte -y el oficio mismo- de ‘escribir’ sea, por naturaleza, impopular y hasta elitista si se quiere. No todos quienes ‘escriben un libro’ pueden ser considerados ‘escritores’ y no todos quienes efectivamente lo son, inundan con sus obras los estantes de las ya diezmadas y pocas librerías existentes. Todo escritor, tarde que temprano, se encuentra cara a cara con...

Poema. wwiii.

 wwiii ¡la deseamos tanto! asoma con timidez sobre el horizonte, trae sobre la frente los rayos del sol y por la noche ronronea su danza de petardos y fuegos de artificio desliza sus dedos y rasca montañas, valles, cordilleras, y cruza los mares, ajena y altiva ignora las corrientes transoceánicas y sus pasos felinos acarician las arenas de lugares sin nombre lleva sobre los hombros una carga ligera, suyo es el fuego, la sangre, el llanto y la palabra que bajó del cielo busca con sus ojos ciegos un lugar, un rincón, el sitio donde sus allegados podrán erigir el cuartel y lleva, uno por uno, el registro de quienes caen, de quienes lloran mutilados y torpes, como viejos maniquíes de sastre callejero pero nunca le preguntes quiénes fueron antes que tú; quiénes con sus huesos formaron un muro, nueva frontera, régimen nuevo, otros dioses, otros credos todo lo quiere y reclama y suya es la lista de la vida y la muerte y suyos los pasos que, sigilosos retumban de polo a polo ¿escuchas la ...

Cuento. Un libro.

Un libro.     A Ana M. Gutiérrez, Adán Balcázar y Jesús H. Olague.     "El primer estante del librero principal no está vacío", le dijeron antes de entregarle la llave. El bibliotecario entró en el recinto y miró diecisiete libreros altos, con cinco estantes cada uno, todos llenos, con la única excepción del primero. Allí estaba contenida toda la literatura nacional de los últimos cincuenta años, representados por obras y autores reconocidos. Detuvo la vista en el estante más alto de aquel librero, y no vio un solo volumen. Pensó que era una broma del bibliotecario anterior, y se dispuso a realizar sus labores. El cargo computaba un máximo de veinticinco años de servicio y, con treinta años recién cumplidos, sabía que pasaría allí la mayor parte de su vida adulta y si el destino le era propicio, sin mayores sobresaltos. Preparó un café y se dirigió al escritorio que se le asignó. En un abrir y cerrar de ojos, cambiaron la computadora, la lámpara, ...