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¡la deseamos tanto!
asoma con timidez sobre el horizonte,
trae sobre la frente los rayos del sol
y por la noche ronronea su danza
de petardos y fuegos de artificio
desliza sus dedos y rasca
montañas, valles, cordilleras,
y cruza los mares,
ajena y altiva
ignora las corrientes transoceánicas
y sus pasos felinos acarician
las arenas de lugares sin nombre
lleva sobre los hombros
una carga ligera,
suyo es el fuego, la sangre,
el llanto y la palabra
que bajó del cielo
busca con sus ojos ciegos
un lugar, un rincón,
el sitio
donde sus allegados
podrán erigir el cuartel
y lleva, uno por uno,
el registro de quienes caen,
de quienes lloran
mutilados y torpes,
como viejos maniquíes
de sastre callejero
pero nunca
le preguntes quiénes
fueron antes que tú;
quiénes con sus huesos
formaron un muro,
nueva frontera,
régimen nuevo,
otros dioses,
otros credos
todo lo quiere y reclama
y suya es la lista de la vida y la muerte
y suyos los pasos que, sigilosos
retumban de polo a polo
¿escuchas la prisa,
el susurro, la furia,
miras la desesperanza
y ese animalillo revolcándose
en las entrañas
de vencedores y vencidos
que devora corazón,
ojos, cerebro,
lengua y labios?
todas las estirpes del mundo
caerán, resecas y torpes
bajo sus dones
seducidas
ella ofrece;
su regalo es la certeza
del frío y la noche,
la cuna quieta
y la fosa sin lápida o nombre
¡la deseábamos tanto!
porque no miente
ni escatima sus verdades
suyos son el presente
que ya huele a viejo,
el futuro que no veremos
y el pasado quebradizo
del códice y el papel estraza
y la calma,
la dulce calma
del yermo, del vacío
del corazón hueco
y la esperanza marchita
que recita nombres y apellidos
en ese último instante
que hermana tus pecados
y los míos
francisco arriaga
méxico, frontera norte
24 de junio de 2025
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