El año pasado, en 2024, supe de Don Zefe. Vendedor de raspados en la acera de alguna escuela primaria, al parecer en Ciudad Victoria, Tamaulipas, ofreció un vasito gratis a los niños que terminaron de cursar el Sexto Grado. Un cartel tamaño cartulina, escrito con cuidado, no deja lugar a la duda. Él, desde su trinchera, está buscando también crear un país mejor, diciéndoles a esos niños que hay alguien que se preocupa por ellos y les desea un futuro brillante, una buena vida. "POR MOTI BO dE SU GRAdUASION y TERMINASION dE SICLO ESCOLAR RASPAS dON ZEFE LES TRAE SU BASO GRATIS! A TodoS y LES dESEA FELISES BACASIONES ATodoS" Pocas cosas más duraderas que el agradecimiento de esos niños que, ahora, quizás no perciben el alcance de ese vasito de raspado. Y andando los años, quién sabe hasta dónde pueda llegar en la búsqueda de sus sueños, alguno de esos estudiantes que recién terminaron su educación primaria. Vaya este pequeño homenaje a Don Zefe, con mi admiración y respeto. Fra...
La herencia. Después de firmar el documento, se contuvo un par de segundos antes de entregarlo al notario. —De lujo, —dijo con voz pausada, como si disfrutase de cada sílaba con un goce que nadie más entendería. Dos cosas lo llevaron a dejar la presidencia del corporativo, ambas igualmente definitivas. La primera, el tanque de oxígeno enchapado con oro falso, que últimamente lo acompañaba a todos lados y era cuidadosamente observado por el equipo de enfermeros a turno completo, contratados únicamente con el fin de rellenarlo y administrar fármacos, y la segunda, peor aún. Los setenta y ocho años que llevaba encima y le agriaban hasta el antaño mínimo gusto de tomarse un trago de cognac Martell de alta gama, los viernes por la tarde justamente cuando cerraba el ejercicio bursátil. Sabía que era poco, poquísimo el tiempo que le quedaba. Sus órganos, enfermos y con ritmos sincopados, seguían funcionando por algún tipo de oscura mecánica consistente únicamente...