Un apunte sobre Umberto Eco.
Que un enano intente anudar los zapatos de un gigante es
vacua y llana vanagloria. No obstante, espero se me disculpe por intentar menos
que eso, y anotar esto al margen de la inmensa y extensa bibliografía que ronda
la obra y vida de Umberto Eco.
Consabido es el itinerario que siguió la publicación su
primera novela, Il nome della rosa y aquella mítica frase que la comparó
con una ballena que ‘será muy difícil que pueda caminar’ —cito [mal] de memoria.
Y, sobrepasando el volumen y la densidad de aquella escritura, repleta de pasajes oscuros o que requieren incluso un análisis erudito, la obra quedó inscrita en el imaginario popular, gracias a las actuaciones de Sean Connery y Christian Slater, haciendo lo propio en el filme de Jean-Jacques Annaud.
Umberto Eco, al escribir su novela, estaba jugando e
invitando al lector a entrar en el juego, sugiriendo que la forma adecuada de
abordar el texto era ateniéndose a la consigna de ser, conscientemente, el ‘lector
in fabula’ sobre el que ya había teorizado con anterioridad.
La edición de la casa editorial Bompiani respetó los textos
introductorios, y bien pudiera ser que el editor haya reparado —en sentido
exacto que Saramago estableció al identificar diferentes maneras de ‘ver’, una
de las cuales es ‘olhar’, como sinónimo de ‘reparar en’— no solamente en el
texto mismo de la novela, sino en aquellas páginas iniciales que acusan una erudición
malabarística muy en el estilo de Borges, y sacado también sus propias
conclusiones: la novela comienza mucho antes de que el volumen imprima el
título de la misma.
En la vasta extensión de literaturas existentes, hay un
cúmulo de frases que abren, frecuentemente, las obras que son clásicas y
perennes, inmortales, esenciales al punto de inaugurar una colección donde,
barajándose en distinto orden, aparecen listadas por autores de todas las
latitudes cuando se intenta establecer el corpus que ‘debes leer antes de morir’.
Vine a Comala…, Muchos años después…, En un lugar de la mancha…,
Llámame Ishmael.
Umberto Eco tiene un lugar propio, con una frase que está
más allá de su novela pero es, al compartir materia y forma, ejemplo insuperable
de coherencia, ingenio, erudición y capacidad crítica.
Naturalmente, un manuscrito.
Tal es el inicio de la novela detectivesca que versa sobre
las pesquisas de Baskerville y Adso, tal es la frase que, desde el primer
momento, como quien observa detalladamente la envoltura de un obsequio y puede
entrever el volumen, la forma, la consistencia y aventurar una suposición del
interior y su contenido, así nos llega esa frase, que bien podría ofrecer un
resumen de la propia obra escrito por el puño y letra del semiólogo italiano, y
que le aseguró un lugar en ese listado selecto de frases que son hoy, referente
obligado de las obras más logradas de la literatura universal.
Francisco Arriaga.
México, Frontera Norte.
19 de septiembre de
2024.
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