burgués
qué elogio,
figurar en un cuento
de benedetti,
ser el sujeto
-odiado
sujeto-
de karl, quien veía
-según
me lo contaron-
morir de hambre a sus hijitos
mientras escribía con letra y sesos
das kapital
qué disfortuna
ser ignorado por oligarcas
y políticos en turno
creyendo que, cual raza impura
ha perecido ya
la burguesía y sus anhelos burgueses
-y
sus pesadillas burguesas
que
caben todas en una sola palabra:
proletariado-
y quedaron borrados del mapa,
extintos como un simpático dodo
que encontró en los libros de historia
al mismo tiempo
lápida y cenotafio,
mausoleo y urna,
extinguiéndose simpáticamente
mientras entraba simpáticamente
en un registro simpático
de la enciclopedia simpática
que lectores amnésicos
veneran como se venera
el último best-seller
ofrecido en las vidrieras
de la quinta avenida
qué paz,
cuánta tranquilidad,
sobrepasar la turba
sin que se turbe el ánimo,
tener a la mano sueños
y libros de superación personal
que marcarán el rumbo,
dictarán los bien-educados anhelos
y las bien-educadas esperanzas,
lejos,
allá, muy lejos,
de la cumbia y el arrabal,
la garnacha y la grasa prieta
que huele a grasa prieta y garnacha,
lejos del sudor que empapa manivelas
y brota de la frente,
y brota de las axilas
y escurre por el bajovientre
hasta llegar a las plantas
que se agrietan
mientras dejan
pedazos de piel sobre la tierra,
pedazos de piel sobre la virgen losa de
cemento,
pedazos de piel sobre el asfalto,
pedazos de piel sobre el mármol italy imported
ah, la serenidad,
el solaz, la alegría
nunca incompleta
bajo la luz
del televisado noticiero de las diez,
del comercial ofreciendo una vajilla
con estándares alemanes made in china,
una freidora de aire
y un masajeador de pies
que son, sospechosamente,
parecidos,
como si fuésemos a freírnos los pies en un
masaje,
o a masajear un pavo en acción de gracias
mientras escuchamos los primero villancicos
y los últimos resabios de dignidad
que ceden bajo el peso de lo inmediato
-como
inmediatos son-:
el argumento del rábano y el pozole,
el apotegma del rezandero
y el anatema del bebedor social,
el villancico español
y el jamón canadiense,
el vino chileno
y la vinagreta italiana,
los fideos nipones
y la salsa de queso
que -se dice-
es una receta europea
dónde están ellos,
quiénes son,
cómo viven, cuánto ganan,
cuáles son sus sueños
o sus frustraciones y pequeños triunfos
nadie conoce el secreto,
cómo fue que escaparon
de la carrera de ratas,
ni cómo harán hijos ricos
de padres pobres,
cómo es que siguen luchando
sus pequeñas luchas personales,
cómo ansían llegar a la cima
donde hace frío y la calefacción
se paga en dólares y con bonos
de la tesorería,
cómo persiguen la sombra
de ese uno por ciento entre el uno por ciento,
cómo buscan nuevos líderes
y cambian ideologías,
credos, convicciones,
moral, ética y valores,
cómo llegarán y entrarán a saco
en una corporación
de orden mundial
y jamás volverán a ser los nuevos nadies,
que no huelen a fritanga ni tepache
pero tampoco
-lamentablemente,
tampoco-
a ámbar gris
ellos regresan a su casa
de paredes y fachadas blancas,
pagadas con el tabulador más alto
del infonavit,
revisan su cuenta bancaria de cinco ceros,
y piensan que deberán cambiar el coche
antes de que termine el año,
se sienten a salvo, lejos,
y no osan mirar por la ventana;
allí, a un centenar de metros,
la pobreza aguarda un resquicio,
la grieta mínima, el momento oportuno,
para entrar ponerlo todo
patas arriba
y un buen día,
la suerte cambia
han llegado al umbral
coronado con el éxito,
su vida de lucha y esfuerzo
les ha granjeado la buena fe
de un mecenas
el patronazgo
de un nuevo gurú
y entonces,
oligarcas y magnates,
mirándolos de arribabajo, de abajoarriba,
preguntarán
¿quién eres?
y no podrán regresar
al arrabal, a la favela,
al multifamiliar, a la colonia
fincada y afincada sobre un relleno sanitario,
porque allá, espera la misma interrogante,
los mismos ojos que preguntan:
¿tú quién eres?
qué tortura,
figurar en un cuento
de benedetti,
ser el sujeto
-odiado
sujeto-
de karl, quien veía
-según
me lo contaron-
morir de hambre a sus hijitos
mientras escribía con letra y sesos
das kapital
y saber que,
en cuanto ingrese por la grieta
esa pobreza que late
cien metros detrás de la barda,
al otro lado de la calle,
llegará a reclamar lo suyo,
restituyendo el orden
qué tortura,
ser los nuevos nadie,
sátrapas en un mundo sin gloria
de colaboradores pagados con el salario
mínimo,
perdedores en un mundo de bitcoins,
sin asomo de dubái ni la última boutique
neoyorquina,
qué tortura,
regresar a las calles de siempre
-esas que
sus abuelos juraron dejar atrás-
y ver que en esas calles
aguarda una cochera
de cuatro plazas,
un recibidor con banquita y mesita para el té,
un inmaculado sillón color blanco
y una pared con una falsa ventana que refleja
en ochenta pulgadas a 4k
un mundo que excluye
esa tibieza hiriente,
una riqueza tan pobre
que espantaría a quienes hacen de las suyas
en las listas del forbes,
y una riqueza tan grande
que basta para dar de comer
cinco años, tres veces al día,
-ni
un día más, ni un día menos-
al payaso sin gracia que hace sus malabares
en el crucero tarde con tarde
especie en extinción,
saben que ellos
no tienen acomodo
en el mundo actual
y compartirán, tarde que temprano,
aquel otro espacio
que un dodo simpático
les ofrece, humildemente,
en la simpáticamente humilde
enciclopedia
del olvido humano
francisco
arriaga
méxico,
frontera norte
3
y 4 de octubre de 2022
FA - Burgués by Francisco Arriaga on Scribd
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