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Azul es girasol floreciendo esencial: una búsqueda y dos encuentros.

Azul es girasol floreciendo esencial:

una búsqueda y dos encuentros.

 

 Aquel pueblo tenía forma de pez.[1] Un pez gigantesco, nadando de derecha a izquierda, custodiado por un cerro coronado con una capilla erigida en honor de la Virgen de Guadalupe.

Las calles empedradas, un sol a plomo y el cansancio acuciado por el peso muerto de una escolar máquina de escribir colgando del hombro, hacían más pesado el regreso a casa. Aquella colina con forma de pez, y aquel guardián enhiesto y atento eran también las paredes de una prisión certera, amarga. Olor de establos, de leche bronca, olor de leña quemada por la mañana y por la tarde, algún autobús que medroso llevaba y traía mercancías diversas y alguna publicación impresa que desaparecía tan pronto como era colocada en algún estante de las dos o tres revisterías que había en ese entonces. Tal era Jalpa, viviendo a horcajadas entre Zacatecas, Guadalajara y Aguascalientes.

No recuerdo si fue 1987 o 1988. Un suplemento cultural de El sol de Zacatecas llegó a mis manos, y la parte central era un poema extenso, escrito en columnas y adornado con figuras que de alguna manera trataban de realzar -si esto fuese posible- los versos con sentidos enigmáticos, que semejaban más un sueño contado que una invención debida a la Musa. A mis trece, catorce años, no tenía -y no tengo aún- forma de expresar lo que me causaron aquellos versos.

Lo que sí era claro, fue aquella exigencia del poema de ser recitado en voz alta, desde lo alto de la colina, desde el techo de la casa de adobe donde vivía entonces. No me atreví a tanto, contentándome con tararear, recitar a media voz algún pasaje, propiciando que algunos versos me acompañasen como tatuajes verbales a partir de entonces. El papel del suplemento, casi de estraza, adolecía serios defectos, recuerdo que algunas hojas tenían dobleces e incluso manchones debidos a corrimientos de tinta. Así que, una tarde, de un tirón, mecanografié las cinco o seis -¿seis o siete?- páginas del poema, dándome espacio de calcar a pluma un par de dibujos que acompañaban el texto. Estoy seguro de haber dejado fuera un dibujo que resultó por demás complejo, o que probablemente no pude interpretar correctamente.

Mecanografié rápidamente, tratando que nadie me viese realizando aquella tarea de copista, esclavo de aquella fascinación por un poema que no cabía en los cánones de aquello que se nos enseñaba en la clase de Español y Literatura que tomábamos en el colegio.

Entre 1989 y 1993 regresé al pueblo de manera constante. Cada mes y en vacaciones largas me reencontraba con el poema que, a pesar de los años transcurridos, seguía ejerciendo una atracción casi magnética sobre lo que consideraba entonces una vocación poética en formación.

No puedo especificar el año. Un día, al regresar, encontré las hojas mecanografiadas fuera del folder donde las guardaba. La primera, por si fuera poco, dañada, estropeada por manchas de lodo; rasgada precisamente por la parte superior que resguardaba el nombre del poema, el nombre del autor y la frase que a partir de entonces consideré era el título del mismo. ‘Habla según la locura que te ha seducido’.

Al nacer el nuevo milenio y con motores de indexación a la mano, intenté recuperar aquella información perdida. Aquel poema extenso se había transformado en una búsqueda que trataba de paliar la pérdida de quizás un par de párrafos y el nombre de un autor. A partir de entonces, supe que aquella frase era de André Breton y me dije que quizás el poema era algún tipo de paráfrasis. Me dije que debía ser más que una transcripción, una traducción: ciertas frases eran imposibles en el primer par de décadas del siglo pasado. Había rock, gin & tonic, blues… y aquello me hizo pensar que podía tratarse de la traducción de algún poema de origen europeo, checo, polaco, inglés o húngaro.

Pero no había rastro alguno del poema en ninguna parte.

Así quedó aquella transcripción estropeada, colgando de una frase ajena. En años siguientes intenté alguna otra búsqueda, sin éxito. Me topaba invariablemente con Breton y aunque buscaba algunas frases sueltas que consideraba claves, la búsqueda no daba resultado alguno. ‘Azul es girasol floreciendo esencial’[2] no aparecía en sitio alguno.

Creo que han pasado nueve o diez años desde el último intento que hice de localizar el poema. El jueves 23 de septiembre, tomándome un par de horas a conciencia y con la idea de que bien podría ser toda la mañana, volví a sacar las hojas de la carpeta donde conservo aquellos restos de ese naufragio doloroso y querido, y recomencé la búsqueda.

Pensando en las posibilidades de que el poema fuese escrito originalmente en otra lengua, realicé búsquedas con ciertas frases que ya había identificado como netamente nacidas y escritas en inglés. Rockin’ to my baby’s blues. Y la búsqueda exacta -esto es, con la frase entre comillas dobles-, nada trajo. Es decir, ninguna coincidencia exacta y sí un montonal de canciones posibles que podrían caber en los términos buscados.

Después intenté con ‘soy un paraguas del siglo xiv’. Esta vez, me fui al traductor del omnisapiente Google y obtuve:

Je suis un parapluie du quatorzième siècle, para el francés;

Jestem parasolem z czternastego wieku, para el polaco;

Ich bin ein Regenschirm aus dem vierzehnten Jahrhundert, para el alemán;

Jsem deštník čtrnáctého století, para el checo;

Én egy tizennegyedik századi esernyő vagyok, para el húngaro.

Después, hice búsquedas de las traducciones y nuevamente, nada encontré. Me dije que aquel poema bien pudo hacer una paráfrasis, una traducción con licencias, en fin, estaba a punto de darme por vencido y miré un verso que escribí sin demasiada esperanza:

“negro: soy el reino nocturno de los amantes perdidos”.

Y el servicio de indexado me ofreció un solo resultado:

“Aves nocturnas” de Jesús Reyes Cordero.


 

Fui al sitio y me encontré con un catálogo. A poco de abrir el documento y hacerme una idea de qué iba aquel proyecto, encontré la frase que había ligado al poema como si se tratase del título del poema o de un verso prestado, rehecho, una síntesis de la obra, la esencia misma que se destilaba letra por letra en cada verso, en cada figura:

 

Habla según la locura que te ha seducido.

André Breton y Paul Eluard.

 

Allí estaba, un gran fragmento con las primeras líneas del poema, que terminaba en donde comienza el resto de lo que sobrevivió de la transcripción hecha 32, 33 años atrás.

‘Interior de los campos -Revisited-’.


En qué consistan esas revisiones, cuáles cambios, correcciones o enmiendas se hicieron y cuáles sean las diferencias de esa versión o ese fragmento, es algo que no podré determinar. Así que haciendo un intento no de reconstrucción, sino de recuperación de aquello que perdí hace casi ya una treintena de años, ofrezco aquí la transcripción -probablemente imperfecta- de un poema que me ha servido de faro, guía, y que agradezco a quien hoy puedo nombrar cabalmente: Jesús Reyes Cordero, mi maestro.

 

 

Interior de los campos[3]

 

 

Habla según la locura que te ha seducido

-André Breton y Paul Eluard

 

 

 

La pintura tiene el poder de borrarlo todo.

El oscuro bosque de las premoniciones en cuyo

interior se va a dar cita toda la claridad, el

sentimiento que tener, de no tener once colores

claramente distribuidos, la ventana torrencial y

vacía de los trenes en marcha, mi estación de negro

ojo florido y vertical, mi sirena del barco de calipso,

mi isla aún no descubierta por muy encima del mar

pacífico y una mirada de tus ojos me da la

impresión de bonitos vestidos, mapas y calendarios.

"Eres tan hermosa que no lo sabes". Acaso yo no sé tampoco.

De ese cuadro quisiera adivinarlo todo polvo de lis: el

viento, la espuma, la cascada y una posible

prolongación de luz magenta al interior de un

bosque sitiado por trenes de todas marcas.

A medianoche las ventanas explotan, conduce una

embarcación hacia el mar misterioso encuentro de

lo sublime y fugaz, de todo lo que inevitablemente

podríamos amar y no nos deja. Todo lo que me aguarda[4]

bajo un manto de espuma será revelado más tarde.

el sonido de los árboles penetra al túnel

de las catedrales, deriva hacia los prados, misterio

de lo que se ha llevado la lluvia por el valle de los truenos.

por el viento horrible y la ventana vacía,

los cuervos giran como negros planetas alrededor del

humo espiral de los colores, donde en vano

busco mi mariposa voladora y flotante en la

superficie del vapor de los labios con la esperanza de ser

devorado por la lluvia de 1914.

el barco es girasol floreciendo esencial: un

desencadenado esfuerzo de la parte sublime,

desórdenes rápidos y sistemas de follaje bien

dibujados.

el lenguaje que azota con su látigo de hierbas ha

cobrado en mí un misterioso eco de cintas azules,

eco de una extensión hacia las islas.

guiado por una bifurcación de oscuras señales, donde

las flores todo lo confunden, señales que van del

amarillo al violeta pasando por todos los tonos del

claroscuro. uno tiene que pasar ahí durante cierto

tiempo para convertirse posteriormente en tren

majestuoso.

la ruta de los símbolos conducidos por este trance.

rockin' to my baby's blues.

todo va a terminar mal, muy mal. estoy abajo

amigos, muy abajo, saldré a la superficie de este

lado oscuro del naufragio con mi cargamento

campanario de franjas multicolores: un traje.

y pensar que todo iba a salir muy bien.

desgarbada doncella mala mujer mi alma que viene

entre líneas de este loco andar, deliberada, casi

muerta. mi formidable oh hundimiento, la lluvia

entenderá por supuesto este final último y lo sabe

bien. el viento es hermoso y húmedo en el verano,

el horizonte y el viento son una coincidencia que

no dura amor no dura, el tiempo es una ilusión.

algo anda mal en mí, un pesado arcoiris sobre mi

cabeza como un viejo collage, algo está mal con mi

nena, algo está mal conmigo.

me encuentro a la orilla de la carretera, voy varios

kilómetros al interior de los campos en un infinito

que me atrae, veo un árbol un árbol solitario y

magnético que atrae a los cuervos.[5] así soy yo,

hablamos brevemente.

por aquellos meses mi dulce vagabunda yo perseguía

un atardecer infame, sobre el cuello que un mar violento

mece, yo deliraba como una cascada. yo no

pude oh lady ann car, no pude soportar eso. estoy

sobre la carretera y el horizonte es legítimo y yo

regresaré o muy posiblemente no.

a esta hora de la tarde el sol declina su corona, se

introduce infrarrojo, desliz bárbaro ¿en qué

piensas? una calle bien metida en el verano se

evapora como una especie de pubertad.

evapora como yo veo, a una especie de burbuja loca.

y tú bruja la loca dijiste que podrás tener tu coche

listo a la hora, en cualquier estación del año e irnos

juntos por el campo recién llovido. sucedía una

floración sutil de escombros, fueron los días de

vientos duros: repercutían las gaviotas del paisaje de

tu celda y yo te dije que no, no es posible bruja la loca

meterme en este negocio de pájaros y lluvia,

dejémoslo así.

construiremos nuestra vida sobre las azoteas muy

cerca de los campanarios de las iglesias, sobre todo

no abandonar la consigna.

derrumbado en este poema contra todo brujas la loca

no se arrepiente de su felicidad ni de sus hermosos

ojos llenos de polvo, sabe que huimos en la misma

conjunción de trópico profundo. brujas la loca se

toma un gin & tonic para la inocencia luego de oír

autopista, un rock de los buenos: "tengo la llave para la

autopista, estoy libre y dispuesto a irme", las amapolas efectúan

su naufragio por las carreteras hasta

el amanecer, habernos abandonado así a la

fuga de los acontecimientos, permitía el ascenso

furioso por el camino espiral de todos mis deseos.

ella viene a mí a la ventana, me trae pedacitos de espejo.

qué rock estrafalario el mío. ¿desde dónde, en qué lugar de

nuestro vacío luminoso "esconderemos nuestros extraordinarios

rasgos"? yo no pude "mis

queridos anémicos camaradas", no pude soportar eso.

me entra el frío y un poco de gris miedo y de pronto escribo

esto:

 

"...perfume instantáneo que escapa de mí. duerme

lejos alumbra la luna y las jóvenes estatuas se

arrojan hacia el centro de la plaza atraídas por la

iluminación nocturna, sobrevuelan en fuentes de

luz y van a aterrizar al pie de las lámparas del

alumbrado público; esto dijeron los periódicos el

día que te conocí, yo tranvía ciempiés amotinado

antisocial malvisto. el amor de mi oeste lejano no

supo no, conducir esta embarcación nuestra. bajo

un complot secreto de estrellas, yo no soñaba más

que con un bálsamo, a lo sumo mis ojos eran de

trapo y mi pensamiento decadente y blanco como

un licor. ese instante se diluía..."

 

entonces decidí subir una escalera, el horizonte y el

viento son una coincidencia que no dura amor no

dura, es demasiado tarde: la muchacha que amo ha

seguido de[6] viaje: un cometa. la pintura tiene

el poder de borrarlo todo.

el recuerdo de tí me vuelve ocre, tinta china.

los colores de las situaciones -de los que guardo la

substancia luminosa- estaban allí, conjugándose en

antinomias crepusculares.

 

rojo: soy un color que se le ve mal, sobre todo en los

atardeceres del otoño. de mí dependen el buen

funcionamiento del corazón y de los bosques

marchitos.

azul: soy el color que cubre los cielos y los mares.

soy un paraguas del siglo XVI. bajo mi capa

sedosa se encuentra una gran cantidad de

fuentes salvajes. mi única función en el mundo

consiste en proteger a los hombres del mal de

ojo y que no mueran de sed. también soy el

color impreso en los billetes de a $5.

blanco: soy invisible y transparente a las miradas

femeninas: un radar, un paracaídas colocado

estratégicamente sobre los puentes. soy

también el vestido de sofía, de máxima calidad.

puedo temblar, y hasta planear un

asalto bancario.

sepia: soy un teatro de brujas la loca, un vuelo de

pájaro a medio caer en el interior de los campos.

negro: soy el reino nocturno de los amantes perdidos,

el hilo conductor del sueño y de los espacios

infinitos. mi asociación libre con otros colores

me da facultades todopoderosas. por ejemplo:

formar una banda de música o bien una banda

de ladrones.

amarillo: soy el color que ha logrado transformar los

latidos del corazón por el tic-tac de los relojes

de pared. soy la mancha de luna suspendida

y frágil en el firmamento. la causa de algunos

incendios.

violeta: soy un color de siete palabras, cada una forma

otro color cuando tú sales cuando tú entras.

poseo el carácter sensual de los espejos para

atraer a mi lecho interior los jardines errantes.

pienso que me he convertido de pronto en un

papel y en una especie de aeropuerto, un

océano donde van a beber todas las aves del cielo nocturno.

había caído la tarde. sólo un presentimiento

sostendrá a toda costa esta tripulación en su nave,

vosotros los barcos estacionados en el mar,

esperando que suceda una catástrofe, jamás podrán

ver a la mujer que sale del bosque, la vía demencia

de un ferrocarril conduce al fondo de una botella

infestada de tiburones. anfibios verdes y microbios

azules. la lluvia cae como un ghetto de perdidos

petardos entre los niños. el corazón se pone frío.

tulipán para este atroz panorama.

volcadura del espíritu en sepia. la pintura tiene el

poder de borrarlo todo: un chorro de tinta bien

disuelto entre la multitud. la pintura tiene una

tregua con dos o tres ondas más que traigo muy

dentro, total ya pagué mi precio. el fondo del mar

nunca ha funcionado sin el encanto de por lo

menos un barco hundido. aquello que pasa breve

polvo de lis, no se sabe si es rojo (no se sabe si es

negro): todo eso será revelado más tarde, todo volverá a empezar.

entre tus pensamientos y los míos yo no sería más que la espuma si

tú quieres: tú estarías allí

representada en forma de aguaviva, absolutamente

transparente, esta noche que bien no podré ser -no

poder ser- más que el reflejo azul de los puentes,

puentes sonoros fugitivos por donde han de pasar todas las claridades.

un jardín solo con teléfono para piano. el barco de mi piano

algún día sostendrá en cubierta todas las

cualidades de un barco fantasma. el barco de mi

piano ocupa toda la superficie próxima a las

estrellas, transita la fluctuación horizontal de la risa,

infinito repertorio entre ballenas, en el barco de mi

piano toma el aire necesario, es el aura magnética,

neblina por encanto, visión química de ese

laberinto tuyo.

yo sé que antes o después el barco de mi piano seguirá

la ruta desesperada de no saber cuándo será

encontrado un puerto. sé que le falta un poco

de tinta al corazón. la pintura proviene de una

oscura operación mágica, enigmática, ritual.

p.d. una vez cubierto este cuadro de símbolos

aromáticos, adivinatoria mía, te enviaré mis

dibujos: tiras de papel de más de un metro para mi

corazón flotante: el amanecer de los caracteres

negros, mi dinero, agua violeta en memoria del bebé rocamadour,

un faro del destino, nieve, "el amor o la república".

 

la primera capa de pintura (se)[7] derrama en maniquíes.

cubre los horizontes, el blanco sueña un paisaje de

senos y botellas y una silla marchita que abandona

de repente la tumba de rimbaud. esta muchacha

que pasa debería saberlo todo, no todo.[8] si se llega a

la primavera antes del encuentro en otro sitio amor

mío, oculta mientras la lluvia, es necesario...

  

Jesús Reyes Cordero.

 

 

 

Francisco Arriaga.

México, Frontera Norte.

23-27 de septiembre de 2021.



[1] Desconozco a quién se debe este descubrimiento: el primero y único a quien he oído decirlo así, con todas sus letras, es a Simitrio Quezada.

[2] Al realizar la búsqueda el 23 de septiembre, me percaté que el verso, en realidad, reza: ‘el barco es girasol floreciendo esencial’. A eso llega la emoción de los versos que terminamos convirtiendo en propios, parte de lo que somos, parte de lo que hemos sido.

[3] La primera parte del poema ha sido tomada íntegramente de la edición que aparece en el catálogo de 2016, ‘Aves nocturnas’. El fragmento adolece varios yerros notables y aunque he respetado íntegramente el texto, he corregido los que consideré evidentes errores de transcripción.

Me he tomado la licencia de utilizar dos tipos de fuentes: la primera en la transcripción basada en el Catálogo mencionado, y la segunda para indicar la transcripción a partir de la copia que hice hace más de treinta años. Como lo indiqué en el texto que antecede a esta transcripción, no me ha sido posible tener acceso a una versión impresa de este poema, por lo que no tengo manera de expurgarlo más que fiándome de mi instinto.

Noto, no sin un dejo de alarma, que el poema es difícil y complicado y que mi transcripción tiene también errores que pudieron pasar desde una primera transcripción del texto hasta la versión que apareció impresa en el suplemento cultural sobre el que trabajé (esto, sin contar el nerviosismo que sentí al transcribir aquel poema que no cabía en ningún molde que a mis trece o catorce años, pudiera conocer entonces). Espero que pueda hacerse en el tiempo por venir una edición expurgada de tales yerros: el autor y el poema indudablemente lo merecen.

[4] A partir de este verso comienza la transcripción del texto que mecanografié. Ese texto no incluía mayúsculas aunque sí divisiones marcadas por tabulaciones explícitas en algunos versos -al igual que el fragmento del Catálogo-, que también se han respetado.

[5] En la transcripción:

…magnético que atrae a los cuervos así. soy yo,

hablamos brevemente.

 

[6] Sic, en la transcripción.

[7] Este agregado es mío, no aparece en mi transcripción mecanografiada.

[8] He ajustado este verso que en la transcripción mecanografiada aparece como:

 

[que pasa] debería saberlo todo, no todo sí. se llega a

la primavera antes del encuentro en otro sitio amor

mío, oculta mientras la lluvia, es necesario…

 

Tengo la impresión de que se trata de un error que pasó desde la transcripción de la fuente original a la versión que apareció impresa en el periódico.







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