Ir al contenido principal

Poema. Envidia.

envidia


envidio a los poetas
de buena memoria
que aprenden sus versos
uno por uno,
como quien aprende
el psalterio
a fuer de métricas
henchidas de tesón
y amor propio

envidio a los poetas
que en las tardes grises
de lluvia y pulóveres
recitan la palabra
escatimándole tiempo al tiempo
y defendiendo su derecho
a escribir,
buscando la metáfora
que calce
en el verso

envidio la memoria memoriosa
de quien recitar puede
el poema escrito hace diez años,
cabalmente,
lo mismo que hizo en su tiempo
el Aquinas con la Summa

no me pidas lo mismo

lo que escribo,
inútil subterfugio
del olvido,
si algo vale
ese algo
será rescatado
por un lector futuro
y sólo por ello
habrá sido tasado
y salvado momentáneamente
de la noche eterna

leo las cosas que no recuerdo
haber escrito
y estoy seguro
que fue otro
alguien muy parecido a mí
quien pensó y escribió
con letra semejante,
con ideas afines,
y con una visión muy diferente
del aquí y ahora
que me enlaza a una tierra
donde mis pies no son ya mis pasos

alguien más escribió
hace diez, quince, veinte años
lo que las hojas de papel
me dicen, cual un susurro:
'mira, aquí está tu firma'

la firma, el nombre, la grafía de entonces
insegura
un tanto inocente

y miro y sé que ese otro
el que escribió
no pensaba en la eternidad consagrada
ni buscaba asirse a la memoria
del subconciente colectivo

y leo y sé que ese otro
era, a pesar de los años,
más sabio que yo

gustaba de la erudición
y cruzaba con facilidad
la reseña con el gesto,
la cita con el párrafo
y la idea con el discurso

y luego, al enfrentarse
cara a cara contra la hoja en blanco
prodigaba un verso
extenso, torpe,
cual justificación de una lectura
o algún sentimiento que no alcanzó a florecer
y en ese momento era mejor callar

envidio a los poetas que pueden
de memoria, citar todos sus versos

no me pidas lo mismo:
sé que algo escribí
y aquellas letras
azules sobre papel amarillento
eran la cifra de un destino
y un futuro que me alcanzó
y terminó dejándome
sangrante y maltrecho
en el límite moribundo
de este presente


francisco arriaga
méxico, frontera norte
22/ix/2018-27/v/2019

Comentarios

Entradas populares de este blog

De oficios y beneficios. A Simitrio Quezada.

  De oficios y beneficios.   A Simitrio Quezada. Se dice que, actualmente, en España se publica un libro cada 6 minutos. La estadística especifica una cifra redonda: 290,000 libros con ISBN, por año. Citar la queja de Cicerón, lamentándose por la desobediencia de los hijos hacia sus padres y el volumen de libros escritos ya en sus días, resultaría vano. Más que escribir, redactar o hilar coherentemente un par de frases y tratar de armar un rosario con las diferentes partes que pueden conformar una oración, el hecho de escribir y publicar ha popularizado hasta el extremo la imagen misma del escritor, aunque el arte -y el oficio mismo- de ‘escribir’ sea, por naturaleza, impopular y hasta elitista si se quiere. No todos quienes ‘escriben un libro’ pueden ser considerados ‘escritores’ y no todos quienes efectivamente lo son, inundan con sus obras los estantes de las ya diezmadas y pocas librerías existentes. Todo escritor, tarde que temprano, se encuentra cara a cara con...

Poema. wwiii.

 wwiii ¡la deseamos tanto! asoma con timidez sobre el horizonte, trae sobre la frente los rayos del sol y por la noche ronronea su danza de petardos y fuegos de artificio desliza sus dedos y rasca montañas, valles, cordilleras, y cruza los mares, ajena y altiva ignora las corrientes transoceánicas y sus pasos felinos acarician las arenas de lugares sin nombre lleva sobre los hombros una carga ligera, suyo es el fuego, la sangre, el llanto y la palabra que bajó del cielo busca con sus ojos ciegos un lugar, un rincón, el sitio donde sus allegados podrán erigir el cuartel y lleva, uno por uno, el registro de quienes caen, de quienes lloran mutilados y torpes, como viejos maniquíes de sastre callejero pero nunca le preguntes quiénes fueron antes que tú; quiénes con sus huesos formaron un muro, nueva frontera, régimen nuevo, otros dioses, otros credos todo lo quiere y reclama y suya es la lista de la vida y la muerte y suyos los pasos que, sigilosos retumban de polo a polo ¿escuchas la ...

Cuento. Un libro.

Un libro.     A Ana M. Gutiérrez, Adán Balcázar y Jesús H. Olague.     "El primer estante del librero principal no está vacío", le dijeron antes de entregarle la llave. El bibliotecario entró en el recinto y miró diecisiete libreros altos, con cinco estantes cada uno, todos llenos, con la única excepción del primero. Allí estaba contenida toda la literatura nacional de los últimos cincuenta años, representados por obras y autores reconocidos. Detuvo la vista en el estante más alto de aquel librero, y no vio un solo volumen. Pensó que era una broma del bibliotecario anterior, y se dispuso a realizar sus labores. El cargo computaba un máximo de veinticinco años de servicio y, con treinta años recién cumplidos, sabía que pasaría allí la mayor parte de su vida adulta y si el destino le era propicio, sin mayores sobresaltos. Preparó un café y se dirigió al escritorio que se le asignó. En un abrir y cerrar de ojos, cambiaron la computadora, la lámpara, ...