He trabajado con Scribd los últimos 10 años.
Varios proyectos han visto la luz allí, varias cuentas han sido borradas, algunas otras dadas de baja voluntariamente, y he podido asistir a las transformaciones tanto de las herramientas de administración como de las páginas que sirven de soporte para mostrar los documentos al público.
Y a pesar de lo que pudiera pensarse, el Scribd de los primeros años era mucho más ambicioso que el actual. No contaba con suscripciones premium forzadas para tener acceso a las herramientas de uso general, como estadísticas o información sobre comentarios o usaurios registrados, y la interfaz era esta:
Podía saberse de un solo vistazo cuáles días habían sido los más agitados, y se notaban también a simple vista los patrones en cuanto a visitas y contenidos. Era una herramienta pensada para la distribución de contenidos y la interacción entre quienes compartían esos mismos contenidos.
Un par de años después, en el 2012 todo se migró a un modelo mucho más práctico, pensado para dispositivos móviles, y que mostraba en un largo desplazamiento todos los contenidos, agregando publicidad que resultaba la mar de agresiva, y aprovechando espacios que antaño estaban pensado para uso de los suscriptores. Ya andaba la mercadotecnia de por medio, y el resultado actual se veía venir con claridad -y desesperanza, para muchos de nosotros-.
La interacción se dejó de lado, se quitaron las estadísticas y se pasaron a los planes de pago, en fin. La administración de una veintena de documentos resulta en estos días algo sensato, quizá llevadero. Pero si se piensa en utilizar el servicio de Scribd para promocionar algo de mayor alcance, que involucre un centenar de títulos, entonces sí que tendrán problemas, y no menores. Así luce hoy, por decir algo, el apartado donde aparecen las estadísticas de la cuenta. Un número global que finalmente no dice nada ni sobre los visitantes, ni los usuarios y mucho menos, nada sobre los lectores de los documentos:
Todo esto podría ser llevadero si la función principal, la de compartir los documentos, no se hubiese limitado al grado de exigir un registro para la lectura de los mismos, y el visitante no advertido incluso creerá que es necesario hacerse con una cuenta de paga para poder visualizar lo que los autores distribuyen de manera gratuita o sin ánimos de lucro. Pero lo peor viene al intentar compartir partituras, que si se despliegan en su totalidad, Scribd aplica un filtro que las vuelve inútiles, hasta el punto de que parecen pésimas versiones estenográficas impresas en papel revolución, con un resultado final más que lamentable.
Por esta razón, he decidido darle la oportunidad a ISSUU y al parecer esto tiene buena pinta. Ofrece una visualización en pantalla mucho más adecuada de los contenidos, y no es tan agresiva como la plataforma actual y la distribución de contenidos de Scribd, pensada sí para usuarios con dispositivos trouch, pero también para un usuario que deberá pagar para obtener todos los beneficios de trabajos que... pertenecen a terceras personas. En este caso, a los autores que desean llegar 'al gran público'.
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Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.
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