Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de abril, 2024

Cuento. El hombre que murió el diez de agosto de 1845.

El hombre que murió el diez de agosto de 1845. Cuando escuchó la sentencia suspiró aliviado, como si su cuerpo se hubiese diluido a partir del cuello, desapareciendo los brazos, las piernas, el torso. Se sintió libre, seguro ya de cuál sería su destino a partir de ese momento y que podría pagar, en justicia, por los crímenes cometidos, sustrayéndose de indirectas, sospechas, acusaciones y calumnias. La ejecución se pactó entre jurado y juez; no estaban los tiempos para perder municiones y tampoco para dejar la impronta de la sangre y el plomo en el fondo de algún patio; querían evitar, en caso de alguna posible invasión, dar argumentos al enemigo que hiciesen dudar de la propia misericordia y benevolencia con los condenados a muerte. La horca, se decidió unánimemente. Y la sentencia se cumpliría al día siguiente, exactamente a las diez de la mañana, contadas a partir de la primera campanada del reloj de la iglesia parroquial —que se decía, mantenía la hora sincronizada con la marcada e...