guadalajarita a simitrio quezada, lector y escribiente trampa mortal bajo el cielo frío y certero que abriga con escharcha y aguanieve las faldas de un cerro que mira virreinalmente displicente desde cuarenta y cinco ángulos diferentes la caída prometida en esas losas barnizadas con el rocío cristalizado y persistente: así eran los días sin sol y sin luna, apenas susurros luminosos de una ventana sempiternamente cerrada y una puerta verde que prometía de tarde en tarde una calle con libros, un rincón al fondo del callejón con un plato de sopa caliente, un paseo entre árboles llorosos y zaguanes resguardados por el olvido aquellas losas exactas cual navaja de rasurar en manos de inexperto barbero permitían saber el temple de los incautos que se lanzaban a subir aquella veintena de metros sin asirse a las paredes, a las rejas em...
La letra mata. El Espíritu vivifica. Escribir, transfigura.