Wearmouth-Jarrow. A José Luis Domínguez y Leonardo de la Torre, hermanos, compañeros. Yace allí, feneciendo, el tratado por Heliogábalo escrito, amante de infestar con fuego los memoriales de hombres bajo el Invicto, cegados. Aristóbulo, poco antes, christiano aire llevó a judíos talantes que vieron sin ver, -los más, ignorantes- al Hijo hecho hombre, Dios encarnado. Las páginas doctas del Hispalense que hablan de brujos y hechiceros comparten estantes con dositeos, cainitas y gnósticos herejes. Y la Historia Eclesiástica de Eusebio mira con recelo las Confessiones. El de Hipona transcribe los errores heréticos de quien busca otro cielo. Dorado astrolabio, cíclica danza, sostiene en sus manos El Venerable. Y las tablas, celestes y puntuales, encontrarán acomodo a la Pascua. Fenecen los días, fenece el tiempo, mas no la letra, la Sacra Scriptura. Pasan los días, la abadía muda caras y nombres, trazos y pigmentos. Beda sostiene por última vez l...
La letra mata. El Espíritu vivifica. Escribir, transfigura.